Este libro está escrito para mi, así que me encanta que quien me lo haya regalado haya sido yo misma por el día de mi cumpleaños (aunque me lo haya leído 10 días después). 

Riley es... yo. Es simplemente yo. Es divertida, adorable, tiene una energía increíble, le apasionan los musicales, y su flor favorita son los girasoles. Quizá en lo único que no me he visto reflejada ha sido en que "no es como las otras chicas", pero hay que tener en cuenta que es una adolescente y todes hemos pasado por una etapa del estilo en algún momento, y esto no deja de ser literatura romántica juvenil y algún cliché meh tenía que tener. 

Y Nathan es también yo, pero a la vez es mi marido. Es que no podía dejar de reírme en varias escenas porque veía a mi pareja, no a Nathan. Y me veía a mi, y a nuestro grupo de amigos, y nuestra tienda de confianza donde solía trabajar y atender con ese cariño a todos mis clientes.

Y luego están los padres de Riley... esa relación madre-hija que roza la amistad, ese distanciamiento con su padre que acaba solucionándose... Todo de alguna manera lo he visto reflejado en mi (algunas cosas que no me llegaron a ocurrir pero me habría gustado). 

En fin. No creo que un libro tenga que describirte al dedillo, pero sin duda es algo que ha hecho que me enganche todavía más. Aunque sinceramente, creo que Kristy Boyce escribe de una manera muy amena y divertida, y que sabe construir la tensión romántica de una forma increíble, y por tanto, no hace falta ser ni Riley ni Nathan ni una mezcla de ambos para que este libro te guste. Es una romcom ideal para fans de los juegos de mesa, del rol y de los musicales; tiene un montón de referencias a cultura popular que te harán reir y querer estar dentro del libro disfrutando de las locuras de estos jovencillos, y sin duda alguna, es un libro sobre la amistad y madurar, dos temas que nunca viene mal volver a visitar.